Cuando menos lo pienso me doy cuenta de cómo pasa veloz el tiempo… A los seres que amamos, los tenemos al lado, muchas veces hasta los ignoramos, no nos portamos con ellos como lo merecen. Y sin darnos cuenta, llegará el día en que los añoremos y cuando queramos sentirlos cerca ya no estarán, se habrán ido. El tiempo habrá pasado y será demasiado tarde. Ya no se podrá decir lo que nunca se dijo, y mucho menos se podrán dar los detalles que en su tiempo no dimos. Construimos sueños lejanos, los acariciamos desde lejos, posponemos nuestra lucha por ellos, hasta dejamos ir las oportunidades porque creemos que después será mejor y habrá más tiempo. Pero cuando menos lo pensemos, y queramos intentarlo de nuevo todo habrá pasado, será demasiado tarde. Y no es pesimismo decir lo que digo, tampoco es una lucha contra el tiempo. Es ante todo saber valorar el sagrado momento de vida que no se repite. La vida no es comprada, nada es eterno… Todo pasa en el tiempo. Y aún hay quienes dicen que viven aburridos, que no hay nada que hacer, o que sienten que todo está hecho, que solo esperan lo que ha de venir. Pero el tiempo es sagrado, cada segundo se vive solo una vez, jamás se nos repite. Y aunque Dios por su inmenso amor nos regale millares de segundos, el tiempo perdido no volverá, y nadie por mucho que crea saber, podrá adivinar lo que le falta por vivir… Muchas veces no pensamos en lo que hoy tenemos y que mañana tal vez no este; seres queridos, oportunidades, amor, cariño, atenciones, trabajo, tesoros que no valoramos en su tiempo y que cuando queramos disfrutarlo ya no los tendremos, habrán pasado, se los habrá llevado el mismo tiempo. Lo que no valoramos, las palabras que nunca dijimos, el cariño que no demostramos, las personas que estando a nuestro lado nunca disfrutamos, el esfuerzo que no hicimos en su momento, el sueño que desde lejos abrazamos, lo que podíamos hacer ayer y no hicimos, aquello que pospusimos por pereza o cansancio… Todo ello, va abrazado con el tiempo. Por ello, aprovecho al máximo mi hoy. Hoy comprendí que todo tiene su tiempo, que no hay que desesperarse ni confiarse demasiado por aquello que queremos porque Dios a cada cosa le da su momento. Simplemente hay que estar atentos para que no nos tome desprevenidos.