Quise quererte y en vez de quererme, preferiste correr de quien solo quería salvarte. Si te hubieses quedado, si en el futuro hubieras caído, hubiera estado para estrecharte mi mano, para sostenerte, para curarte el alma. Eras un ángel caído, y yo quise darte alas para volar a mi lado. Sentí que no sólo te burlaste de mi confianza y mi cariño, sino también de mi cordura. No tienes idea de lo que he tenido que vivir, no tienes idea de todo lo que me esforcé por saber, por entender, por querer seguir, por recordar. Puse mi pellejo, puse mi esfuerzo entero, mis ganas y mi fuerza. Gasté de mí, lo que vos ahorraste conmigo. Si alguna vez tuve miedo, simplemente fue por no querer perderte. Si alguna vez te animaste a sentir miedo a mi lado, fue porque creíste que la culpa iba a carcomerte. No había razón para que eso sucediera, pero como siempre, inventaste una excusa que te salvó de que alguien como yo te salvara. De que, alguien como yo, te quisiera como nadie después de mí va a quererte. Si hay algo que no entendiste, es que en el amor no existe la culpa. En el amor, solo existe el dolor de no haber tenido la valentía de querer amar. De elegir y permitir ser amado.